COPLAS de AMOR y de OLVIDO
Cuando tú me
olvides,
cuando no me
quieras,
pensaré muy
triste:
¡qué absurda
quimera!
Cuando yo te
olvide,
cuando no te
quiera:
¡siempre habrá
un invierno,
nunca primavera!
NORBERTO PANNONE, Buenos Aires, Argentina
COPLAS de AMOR y de OLVIDO
Cuando tú me
olvides,
cuando no me
quieras,
pensaré muy
triste:
¡qué absurda
quimera!
Cuando yo te
olvide,
cuando no te
quiera:
¡siempre habrá
un invierno,
nunca primavera!
NORBERTO PANNONE, Buenos Aires, Argentina
DIOS Y
YO
Todo parece excelente cuando lo contemplo a
la distancia y, si llego hasta el final de lo supuesto, el alma siempre ambiciona
más.
Ni siquiera la gloria es capaz de satisfacer
a los grandes espíritus capaces de treparla; por eso, el presente nunca es tanto
como el pasado y el futuro, es por eso también que, Dios se retira de mí a
medida que busco acercarme a él, es decir, que cuanto más claro entiendo la
existencia de Dios, mejor vislumbro cuán
distante está mi mente de comprenderlo.
Norberto Pannone
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EL AVATAR
Su mirada desgranaba cierto atisbo de perturbación.Yo, no le entendía muy bien y casi con enojo lo insté varias veces a que me explicara en detalle aquello que pretendía decir. Además, no comprendía por qué a mí.
El hombre, sin dar el contenido exacto ni el sentido racional a mi demanda, repitió:
-“Me asignaron dos existencias para que las tome como discípulos. No pude negarme y debí aceptar”.
-“Ninguno vendrá sabiendo ni conociendo nada del otro -continuó- pero sí, sabrán a la perfección todo lo indisoluble de mi ser. Mi final, estoy seguro, será el principio”.
-“Dicen que he llorado dentro de un vientre y que casi me estrangulo en la concepción, de manera que, ¿sabe?, supongo que estos dos también arribarán después de haber transitado el camino desde algún desagrado vital...”
Yo, cada vez entendía menos de aquel asunto y maldecía en mi interior por haberme prestado a ese encuentro accidental. Casi por compromiso, simulé que seguía con diligencia su razonamiento, aunque, afanosamente, buscaba alguna distracción para huir de la influencia. Mi plexo solar se contraía exasperado frente a la enorme energía que irradiaba el hombre.
-“Los dos podrían matarme, estoy seguro de ello. Lo percibo. Debo manejar el asunto con prudencia”. -Señaló.
-“Cuando expire, ellos se harán cargo de mis deudas ya que sabrán toda mi historia”. -Concluyó.
Después de un prolongado silencio, continuó explicando:
-“Cada uno por su lado irá por mis cuentas, exigiendo a mis deudores, aunque exista la duda de que cobren dos veces las mismas. Sin saberlo o por negligencia”.
-“La Autoridad me impuso que los recibiera por separado evitando que se conociesen entre sí. Podría ser peligroso si llegaran a descubrirse”.
El hombre, recogió su magnífica cabeza sobre el pecho desnudo y musitó con tristeza:
-“Fracasé en el intento. Hubiese sido mejor que ninguno de los dos supiera del otro hasta el final. Por el Después, ¿comprende? -Por más que me lo propuse, no pude apartarlos a tiempo y, como un estúpido, les hablé del amor... Allí, me di cuenta que el poder que me fuera concedido no sirvió de nada...”
Finalmente, vencido y con desgano, aquel hombre develó el arcano:
-“Macho y hembra son. Temporales, por supuesto. Seres humanos, creo... Así, con esa enunciación, llegaron”.
En este punto del monólogo creí comprender la causalidad de aquél encuentro. Miré en mi derredor y advertí que yo era el último inmortal que aún resistía.
El hombre, subió a la cruz, abrió sus brazos, y expiramos juntos.
Algo más tarde, el sol se acostaba en el sempiterno socavón del Siempre...
Mañana, o esta noche misma, quizá, los hombres comiencen a escribir un nuevo libro. Tal vez lo llamen: “El Tercer Testamento” o “El avatar”.
Norberto Pannone